Si alguien te preguntase cuál es el color del poder ¿qué responderías? Hoy en día, el color del poder probablemente sea el dorado. El dorado simboliza riqueza, y el oro es un bien valioso y escaso de manera constante a lo largo de toda nuestra historia. Sin embargo, este no ha sido el único color del poder a lo largo de la historia, y algunos de ellos ya no están ni remotamente relacionados con el poder en nuestro imaginario cultural.
Entonces, ¿qué es lo que convertía a un color en el color de los poderosos? Al igual que el oro, normalmente un color era símbolo de poder si era caro, escaso y difícil de conseguir. Hoy en día todos los colores son fáciles de conseguir porque son sintéticos, así que parte de la magia de los tintes y pigmentos de la Antigüedad se nos escapan.
Pero hasta que se inventan los colores sintéticos en el siglo XIX, el color era mucho más que la tonalidad de tu ropa. Era un bien preciado y buscado por todas las civilizaciones, y, probablemente, el primer ejemplo de experimentación química. Quienes dominaban el color, dominaban uno de los comercios más caros y lujosos del mundo. El secreto de la elaboración de tintes y pigmentos llevaba al espionaje industrial y a verdaderas campañas de propaganda, ya que movía un grandísimo negocio y nadie quería perder su porción del pastel.
El primer color
Cuando Newton descubrió que al poner un prisma frente a un rayo de luz, este dividía el espectro de luz visible en 7 colores, el rojo fue el primero de ellos. Al igual que es el primer color del arco iris. También es uno de los tres colores primarios, tanto en la luz como en los pigmentos. Es decir, que no se puede producir a partir de otros colores.
El rojo es el color por excelencia. En algunas culturas la palabra para «color» y «rojo» es la misma. Cuando en algunas lenguas sólo tienen palabras para algunos colores, usualmente siempre identifican el rojo, el blanco y el negro. Los primeros ejemplos de pintura, la pintura rupestre, siempre utiliza como colores protagonistas el negro y el rojo. El óxido de hierro era un material abundante en todo el mundo y puede producir tanto amarillo como rojo. El negro se obtenía del carbón, que también era muy fácil de conseguir.
El rojo es el color de la sangre y lleva asociados significados como la muerte, la fuerza o la guerra. Todas las culturas antiguas lo usaban como pintura corporal, cerámica y mural. También puede ser el color del sol, del fuego, el calor y de la vida. Las pirámides de la ciudad de Teotihuacán en México, estaban completamente pintadas de rojo (imagina qué escena tan impresionante durante el día) y los aztecas son famosos por los sacrificios humanos que teñían de sangre las escaleras del gran templo de Tenochtitlán. El rojo era el color del emperador y de la dinastía Ming en China, y por eso las paredes de la Ciudad Prohibida en Beijing son de este color.
Teñir la ropa de este color era otro asunto difícil y representativo del estatus de quien lo vestía. Teñir telas y conseguir que el color quedase fijado al textil de manera intensa y duradera era todo un reto. Al lavar la ropa, o al estar expuesta al sol, muchos tintes desaparecían y solo quedaba un tono apagado y sin gracia. Para que un tinte fuera valioso debía poseer resistencia frente a la luz y los lavados, pero la mayoría no tenían esas preciadas cualidades, por eso algunos colores y algunas materias primas eran realmente caras.
Fuentes del color rojo
Para elaborar el carmín, de un rojo oscuro, se utilizaba un insecto llamado Kermes vermilio, un tipo de cochinilla que vive de la savia de los árboles y se encontraba con facilidad en la cuenca del Mediterráneo. Los huevos de este insecto tienen ácido quermésico, del que se obtenía el color rojo. Para fijar los colores en la tela se usaba un mordiente, un ingrediente que hacía que el color se adheriese a las fibras del tejido. Normalmente se utilizaba vinagre o alumbre.
En el caso de pigmentos para pintura, normalmente se utilizaba el bermellón. Este rojo con un tono anaranjado se extraía del mineral cinabrio. El cinabrio contiene mercurio y azufre y es muy tóxico. Las patricias lo utilizaban para pintarse los labios y fue un mineral muy buscado por los romanos. Una de las minas de mercurio más grande del mundo está en España, la mina de Almadén.
Almadén significa literalmente «la mina» en árabe. Para extraer el valioso cinabrio de su interior se usaban prisioneros. Se dice que cuando eras condenado en la antigua Roma se te daban dos opciones: las galeras o la mina de Almadén. Es difícil saber cuál era la peor opción. Trabajar en las minas significaba una condena a muerte segura por respirar los vapores del mercurio y el azufre. Aunque esto nunca detuvo la explotación de las minas por parte de los romanos.
La capa de los generales romanos o paludamentum era de un color rojo vivo porque era reconocible a gran distancia durante las batallas. Era el color de la capa de Julio César y después fue adoptado por todos los césares como su vestimenta militar. Se convirtió en un color distintivo y muchos generales la vistieron desde entonces. Es por eso que la capa roja y el caballo blanco distinguen a San Jorge enfrentando al dragón y también a Napoleón como general victorioso.
A finales de la la Edad Media el rojo se convirtió en el color por excelencia de las clases altas. Muchas pinturas del primer Renacimiento florentino nos muestran a la nobleza siempre vestida del rojo oscuro característico del carmín de kermes, que daba esa tonalidad oscura tirando al granate.
Si hubo una familia poderosa en el Renacimiento, esa fue sin duda la familia Medici de Florencia. Estos banqueros formaron un auténtica dinastía que dio lugar a cuatro papas, dos reinas de Francia, y numerosos gobernantes y miembros de casas reales. Además de destacar por su poder político, los Medici fueron grandes mecenas que patrocinaron a los grandes artistas del Renacimiento como Miguel Ángel y Botticelli. No es ninguna casualidad que en los retratos de la familia más rica de Florencia los Medici siempre vayan vestidos de rojo.
La ciudad fabricante de pigmentos por excelencia durante la Edad Moderna era Venecia. Venecia estaba en una localización geográfica ventajosa. Puerta entre Oriente y Occidente, recibía primero en Europa los minerales y plantas traídas de Oriente, como en el caso del famoso Marco Polo. También tenía una excelente escuela de pintura durante el Renacimiento y contaba con una trayectoria artística especial gracias a la influencia del Imperio Bizantino. El carmín veneciano era uno de los más apreciados y, cuando desapareció el púrpura fenicio a finales de la Edad Media, el carmín recogió el testigo y se convirtió en el color del poder. Este cambio, por supuesto, no le pasó desapercibido a la Iglesia Católica, que convirtió oficialmente el carmín en el color de sus cardenales y papas.
Y entonces Colón llegó a América
Sin embargo, en el s. XVI el carmín de kermes veneciano estaba a punto de sufrir la derrota como el pigmento rey a manos de un primo lejano: el rojo de la cochinilla mexicana.
Cuando los españoles llegaron a América a finales del s.XV poco imaginaban que habían llegado al paraíso de los colores. América poseía más materias tintóreas, y mejores, que ninguna que se conociera en Europa hasta la fecha. El azul, el rojo y el negro estaban a punto de alcanzar nuevas cotas de brillantez, intensidad y resistencia. Y de hacer a los españoles muy, muy ricos.
Desde luego a los habitantes de América no les habían pasado desapercibidos las plantas e insectos que producían colores y llevaban mucho tiempo usándolos para tal fin. Fue así como los españoles descubrieron la cochinilla americana. Los toltecas y los aztecas recogían estos insectos de los nopales de los que se alimentaban y los utilizaban para hacer pigmento rojo. Cuando los españoles empezaron a utilizarlo para tal fin, se dieron cuenta de que sus cualidades eran muy superiores a las del kermes europeo.
A principios del s. XVI grandes cantidades de «grana», como llamaban a estos insectos una vez convertidos en bolitas secas de color granate, comenzaron a llegar a Europa. Nadie sabía de dónde salía este magnífico color, que también se usaba para pintarse los labios y darse color en las mejillas. Durante siglos, los españoles trajeron toneladas de grana a Europa y mantuvieron el monopolio de este color. Era tan valioso y secreto, que, por orden real, los barcos que traían grana debían estar armados con cañones y con escolta, para protegerse de la piratería, que empezó a prosperar en esta época.
Los británicos estaban perdiendo la carrera por las rutas comerciales a Oriente que habían empezado España y Portugal. Para sabotear el éxito de la conquista del Nuevo Mundo, la monarquía inglesa comenzó a entregar patentes de corso. Las patentes de corso era una autorización real entregada a un pirata para reconocer que realizaba la piratería en nombre de la corona, legalizando sus actividades siempre y cuando atacara a los barcos enemigos de Gran Bretaña. El enemigo a batir eran los barcos españoles, así que pronto hubo un gran esfuerzo en la América española por construir fuertes en cada ciudad costera.
Aunque tendemos a pensar que lo más valioso que trajeron los españoles de América eran el oro y la plata, los tintes no iban muy por detrás en el valor y la riqueza que le aportaron al imperio español. Durante siglos el conocido como «rojo español» fue un misterio en toda Europa. Se rumoreada que era algún tipo de planta o semilla, pero nadie sabía qué era exactamente.
Hubo varios intentos de robar este secreto pero tardarían bastante, a finales del siglo XVIII, en descubrir qué era exactamente. Un intrépido joven viajó hasta Oaxaca por orden del gobierno francés y consiguió sacar de contrabando unas cuantas hojas de nopal llenas de cochinilla. Cuando llegó a Santo Domingo solo algunas habían sobrevivido, pero fue suficiente para empezar allí su propia plantación.
El rojo se convirtió en el color de fondo en los grandes palacios europeos. Cortinas, tapicería, sillones y coronas seguirían teniendo como protagonista al rojo carmesí hasta el siglo XX.
¿Aún tienes dudas sobre cuál es el color del poder?
4 thoughts on “Arte y poder: una historia del color rojo”