Seguro que has oído hablar alguna vez de una obra de arte que ha alcanzado un precio astronómico en una subasta. O alguna obra conceptual que vale una fortuna y no es más que un plátano pegado a la pared con cinta americana.
¿Por qué el arte puede llegar a ser tan caro? ¿Quién decide cuánto vale una obra y cómo llega a esa cifra? ¿Cómo puede algo que en teoría no tiene ninguna utilidad llegar valer millones de euros? ¿Por qué hay gente dispuesta a pagar enormes cifras por una obra de arte?
Si alguna vez te has hecho alguna de estas preguntas, no eres el único. Hace poco los visitantes de los museos donde trabajo me preguntaron cuánto valían las obras expuestas. Me di cuenta de que no tenía ni idea porque las obras en museos no tienen precio de venta, y nunca había preguntado por su valor económico. Pero también me di cuenta de que era una pregunta legítima e interesante, ya que para la mayoría de los mortales el mercado del arte es algo lejano y desconocido.
No quiero decir que para ser coleccionista tengas que ser millonario, pero tenemos que reconocer que coleccionar arte no es una afición barata. Y que la mayoría de la gente nunca ha comprado una obra de arte, ni ha ido a una subasta. Precisamente por ser un tema que se escapa a lo cotidiano me parecía interesante investigar acerca de estas preguntas, y voy a intentar responder a algunas de ellas en este post.
¿Quién decide cuánto vale una obra de arte?
Los tasadores de arte son quiénes le asignan el valor económico a una obra. Un tasador analiza una obra y su historia para decidir un precio aproximado, nunca concreto. Ellos son quienes se encargan de poner un precio inicial cuando la obra sale a subasta (y pueden estimar el precio que alcanzará en la subasta, aunque se equivocan con frecuencia porque es algo impredecible). También puedes contratar sus servicios si tienes una obra que quieres vender pero no sabes cuánto vale.
Otra función importante es la de los seguros. Si una obra nunca se ha vendido, el precio del que partirá su valor es el que le ha asignado el seguro (que también contará con sus propios tasadores para esta función). Los precios del seguro, sin embargo, nunca serán tan altos como los que se pueden alcanzar en una venta. Además, a los museos o propietarios de arte no les conviene que valoren las obras demasiado alto porque pagar el seguro será más caro para ellos.
Si hablamos de arte contemporáneo que se vende en galerías, el galerista y el artista decidirán el precio. Pero aunque parezca que los precios son aleatorios, hay varios factores que suben, o bajan, el precio de una obra.
¿Qué factores le dan valor a una obra?
1. Si el artista es conocido o no:
Un artista que no es conocido o no tiene presencia previa en el mercado no puede vender al mismo precio que uno que sí. Para aumentar el valor de su obra, es importante si ha aparecido en alguna publicación, si su obra forma parte de la colección de un museo, si ha habido exposiciones (individuales o colectivas) de su obra…todo esto suma caché al artista.
Es bien sabido que algunos artistas fueron descubiertos de manera tardía, como es el caso de Vermeer. Aunque Vermeer fue un artista profesional y vivía de vender sus cuadros, acabó en la ruina y tras su muerte, su nombre y su obra desaparecieron de la Historia del Arte. Muchas décadas después de haber muerto, su figura resurgió y recibió un reconocimiento generalizado que hoy nadie pone en duda.
En muchos casos, que un artista sea conocido o valorado depende más del marketing que de otros motivos. Puede que haya muchos grandes artistas que nunca se hicieron conocidos porque no supieron o pudieron venderse bien. Picasso era un maestro a la hora de venderse a sí mismo y a su obra, y ese es parte del secreto de su éxito, no sólo la calidad de su obra.
2. El propietario o propietarios de la obra antes de su venta:
Esto es curioso, y una cuestión de psicología más que de la obra en sí, pero un propietario famoso hace que una obra se perciba como más valiosa. Incluso si el propietario en cuestión no es un experto en arte. No es lo mismo que venda una obra yo, que que la venda Amancio Ortega o Antonio Banderas, por poner un ejemplo. Si a lo largo de su historia, una obra ha pasado por varios dueños famosos, mejor aún.
3. El estado en que se encuentra:
Si una obra está deteriorada, sucia o estropeada de alguna manera, pierde valor. Restaurarla antes de venderla siempre subirá su precio.
También son importantes los materiales (no es lo mismo un óleo sobre lienzo que un dibujo a lápiz sobre papel), la calidad técnica, el tamaño (más grande=más caro), el tiempo y el esfuerzo que conlleva su creación (aunque esto último puede ser irrelevante según qué casos).
Otra cuestión a considerar es si la obra es única o no. Si forma parte de una tirada como en el caso de grabados o fotografías, será más barata, porque hay varias como esa. Si es una pieza única, es más valiosa.
4. ¿Qué lugar ocupa en la producción del artista?
La producción de un artista no es regular. Los comienzos en los que el artista busca su estilo pueden ser considerados menos valiosos, así como las obras finales o tardías. Normalmente hay un período de esplendor donde se considera que un artista hace su mejor trabajo o en el que su estilo está más definido y su obra es más reconocible. Las obras de esta etapa serían más caras. Por ejemplo, en la obra de Miguel Ángel, el David o el Moisés valdrían mucho más que los esclavos que hizo en sus últimos años de vida.
5. La moda del momento:
En ciertos momentos, un estilo, un artista o el arte de un país o un periodo en concreto se ponen de moda. Esto hará que los precios suban. Depende de los compradores de ese momento y de lo que ellos valoren. El arte contemporáneo está más sujeto a este tipo de variaciones, porque puede pasar de moda más rápido.
Para saber cuánto vale una obra habría que investigar las demandas del mercado en ese momento, las obras que se pueden vender más fácilmente, o no, y los precios a los que se están vendiendo ese tipo de obras. La comparación con los precios que ha alcanzado ese artista o ese tipo de obras antes es una de las formas más habituales de tasar arte.
6. Su antigüedad:
La experiencia es un grado. Los Antiguos Maestros (artistas de los siglos XV-XVIII en los catálogos de subastas) tienen un valor adicional respecto al arte contemporáneo. Hay varios motivos para que esto sea así. Si la valoración de un artista ha sobrevivido durante siglos y sigue considerado como un gran artista con el paso de las generaciones, eso le da un valor incuestionable.
La mayoría de artistas que viven hoy no serán recordados dentro de 300 o 400 años. Por eso el arte contemporáneo es más barato. La consideración de algunos de esos artistas podría cambiar en 10 o 20 años y su valor caer en picado.
La otra cuestión importante aquí es que la obra de un artista muerto ha finalizado. Nunca habrá más, nunca nadie podrá hacer obras como esas. Son únicas y puede que haya muy pocas (como en el caso de Da Vinci, por ejemplo). Un artista que sigue en activo sigue trabajando y seguirá produciendo obras, siempre puede hacer otra de ese tipo. Esto hace que, de hecho, estar muerto suba el valor de una obra.
¿Por qué hay gente dispuesta a pagar enormes cifras por una obra de arte?
Esta pregunta tiene muchas respuestas posibles. La más fácil es que hay gente con muchísimo dinero que se lo puede permitir y en ese caso ¿por qué no? El arte es un símbolo de estatus y de ser culto, refinado o moderno. Para alguien que quiera transmitir esa imagen, coleccionar arte es una buena forma de hacerlo. El tipo de estatus que da el poseer arte es diferente al de otras cosas caras.
Coches, mansiones o ropa de lujo se producen en serie, mucha gente puede tenerlos. Pero una obra de arte es algo único, raro y difícil de conseguir. Muchas personas pueden tener un Ferrari, pero solo una puede tener Los jugadores de cartas (1894-95) de Cézanne, que es una de las obras de arte más caras de la historia, comprada por la familia real de Catar.
En este caso, la posesión de algo valioso puede ser una cuestión de egos, algo que se ve en las subastas cuando la gente puja sin descanso porque tiene que ser quien gane la carrera por conseguir tal o cual obra.
Otro motivo es puramente financiero: se trata de una inversión económica. Una obra valiosa nunca bajará de precio con los años, es más, probablemente lo gane. Claro que esto no es algo seguro con la mayoría de las obras, pero en el caso de las obras maestras si es así. Algunos magnates compran obras de arte e inmediatamente después las guardan en un almacén o caja fuerte. No la han comprado para observarla ni para tenerla en casa, la han comprado como inversión y la guardan en un lugar seguro.
Algunos bancos tienen colecciones de arte por este mismo motivo (Deutsche Bank tiene la colección corporativa más grande del mundo), y también asesoran a sus clientes para que inviertan en arte.
¿Por qué el arte puede llegar a ser tan caro?
Esta es la pregunta más interesante, en mi opinión. Lo cierto es que el arte no tiene ninguna función práctica en nuestras vidas, y no forma parte del mismo mercado que la comida, los servicios, la ropa o cualquier otro bien regulado por el dinero.
Aunque se puede comprar y vender, los métodos por los que ocurre su venta, y los motivos por los que la gente lo desea, están en una liga diferente al resto. Es un mercado no regulado, lo que le hace tener muchas peculiaridades (y también que haya muchas estafas y gente que se aproveche de los coleccionistas y del dinero que están dispuestos a pagar).
Pero lo que para mí hace que pueda ser tan caro, es precisamente que el arte posee una cualidad que está por encima del concepto del dinero, algo mucho más antiguo y profundo intrínseco a la humanidad que está por encima de la idea de un mercado, las inversiones, el capitalismo y la compra. Aunque se puede medir el coste de hacer una obra en tiempo, técnica, composición y materiales, el resultado de esa cuenta no es proporcional al precio que puede alcanzar ¿Por qué es así?
El arte tiene un valor que van más allá del coste y esfuerzo de su producción y por eso es tan difícil ponerle un precio. ¿Cómo se le pone precio a aquello que no se puede medir con los parámetros usuales del dinero? ¿Cuánto vale el David de Miguel Ángel? ¿y la Mona Lisa? ¿Qué número sería suficiente para captar esa cualidad única que tiene una obra maestra? ¿Cómo ponerle precio a algo que “no tiene precio”?
El valor espiritual, simbólico, histórico, representativo y cultural del arte va más allá de nuestra concepción del precio. Para intentar concretar en un número todo lo que engloba y representa el arte, se llegan a alcanzar cifras astronómicas porque de alguna manera sabemos que lo vale. Sabemos intuitivamente que es valioso, incluso sin saberlo todo de esa obra, comprendemos que tiene algo especial, incluso un valor espiritual.
Cuando una obra se hace icónica, como es el caso de las obras maestras de artistas como Miguel Ángel, Velázquez, Da Vinci, Picasso o incluso obras clásicas del arte egipcio, por poner solo unos ejemplos, esa obra deja de ser un objeto, o incluso una obra, y se convierte en un símbolo. Un símbolo, tiene valor y significado para muchas personas, sociedades y épocas enteras. Pero el valor que tiene no es económico, es de otro tipo. Es esta cualidad la que hace al arte tan difícil de valorar cuando del dinero se trata.
Algunas personas con las que he debatido sobre este tema piensan que todo es una cuestión de inversión, que los coleccionistas que compran a esos precios no están realmente interesados en el arte en sí mismo. Algunos puede que sí, pero prefiero pensar que otros valoran realmente esas obras.
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