Probablemente hayas oído hablar acerca del escándalo de la famosa banana de Maurizio Cattelan, un artista que ha triunfado con un plátano en la popular feria de Art Basel Miami. Cattelan pegó un plátano a la pared con cinta adhesiva en el stand de la Galería Perrotin, lo tituló «Comedian» y le puso el asombroso precio de 120.000 dólares.
Lo más sorprendente vino a continuación, cuando no sólo se vendió un plátano, sino tres (el último supuestamente por 150.000 dólares). La polémica se acentuó aún más cuando otro artista entró en la galería y se comió el plátano en una performance titulada «Artista hambriento». La galería se apresuró a asegurar que no era relevante porque la obra no era el plátano en sí, era «la idea», y fue reemplazado en unos minutos por otro plátano del supermercado. Problema resuelto.
La redes echaban humo, con miles de fotos imitándolo o riéndose del dichoso plátano. Por doquier se escuchaban comentarios sobre el asunto, la mayoría de incredulidad o indignación. Muchos medios de comunicación aprovecharon el revuelo para hablar sobre el arte contemporáneo y sus aparentes sinsentidos.
El debate estaba servido: ¿Esto es arte? ¿Es una broma? ¿Qué clase de timo es este? «El arte contemporáneo es una basura», «Hay que ser tonto para pagar semejante cantidad por un simple plátano que vale 50 céntimos en una frutería», ¿Es ético?, ¿Cómo se puede comparar un plátano con una escultura de Miguel Ángel y decir que son lo mismo?
He escuchado muchos comentarios a mi alrededor acerca del plátano y he pensado en hacer una disección sobre el asunto. No pretendo ni defender ni atacar el gesto de Cattelan, sino explicar el cómo y el por qué de esta obra desde mi punto de vista porque creo que mucha gente la ha criticado desde la incomprensión.
Vamos por partes:
¿Cómo puede un plátano ser arte?
Maurizio Cattelan hace arte conceptual, lo que quiere decir que sus obras están basadas en el concepto o idea y no en el objeto material (ya hice una entrada en el blog explicando el arte conceptual que te recomiendo que leas si tienes curiosidad sobre el tema).
Voy a ponerte otro ejemplo sobre este artista que quizá entiendas más claramente. En 2016 Cattelan sorprendió al mundo del arte colocando un váter de oro de 18 kilates en los baños del museo Guggenheim de Nueva York y lo tituló «América». Cualquiera que entrase al servicio podía verlo y orinar en un váter de oro. Hace poco el váter fue prestado para una exposición temporal en Inglaterra, fue robado y a día de hoy está desaparecido. A estas alturas probablemente haya sido fundido.
El váter en sí no era la obra. El hecho de que fuese de oro, estuviese en el baño en vez de en las galerías del museo y se titulase «América» era lo que hacía el concepto interesante. Uno de los puntos fuertes del arte conceptual son los títulos. Hacer una metáfora de Estados Unidos como un váter de oro es una sátira sobre el país. Colocarlo en los baños, un sitio aparentemente sucio y sin estatus, era un ataque al mundo del arte y la reverencia hacia los museos. Utilizar un material lujoso para orinar en él era otro sinsentido que resultaba cómico. El hecho de que al final fuese robado por ser de oro aún hace la historia más jugosa.
El artista no hizo el váter con sus manos, ni lo diseñó. Le encargaría al alguien hacerlo y después le dio una intención específica que no era la de un objeto funcional normal y corriente. Y es ahí donde se convierte en arte conceptual. Marcel Duchamp, el padre del arte conceptual, defendía que cualquier objeto cotidiano podía ser arte sólo con la intención del artista y lo demostró haciendo lo propio colocando un orinal en un museo.
Volviendo al plátano, esto es justamente lo que ha hecho Maurizio Cattelan. Ha cogido algo que cualquiera puede comprar en una frutería y al pegarlo en la pared de una galería, ponerle un título y un precio, lo ha convertido en arte conceptual. Puede parecerte una tontería y pensar que no es arte en absoluto y, si es así, adelante. Nadie dice que tengas que creer ni aceptar lo que te dice ni la prensa ni el mercado. Todos tenemos nuestra opinión y está bien tener opiniones diferentes.
¿Cómo puede vender un plátano por 120.000 dólares?
Este es quizá el aspecto que más ha indignado a mucha gente. En el mercado del arte se sigue el mismo sistema capitalista que en todo lo demás que compramos – funciona con la oferta y la demanda. De la mayoría de bienes que consumimos hay una gran variedad de ofertas, hay muchas opciones entre las que elegir. Esto es lo que hace que algo baje de precio, porque si hay una opción similar a un precio más bajo, puedes optar por el más barato.
El arte es diferente en el sentido de que la oferta es muy limitada, y la demanda muy amplia. Cuando un artista y su obra se consideran únicos y especiales, el valor que se le asigna a algo sube inmediatamente porque no hay otro bien que le haga la competencia. El precio depende de lo que el comprador esté dispuesto a pagar. Maurizio Cattelan podría haber pedido la mitad o el doble de lo que pidió y, si nadie hubiera estado dispuesto a pagarlo, no se habría vendido.
Así que si quieres culpar a alguien de pagar 120.000$ por un plátano, culpa al comprador, no al artista. El artista no obliga a nadie a pagar esa cantidad, lo que le da fama a su obra no es que él le ponga ese precio, es que haya gente que quiera pagar enormes cantidades por ella. El valor de las cosas está determinado por el mercado y por el deseo de compra que haya entre los consumidores. El valor de los bienes de consumo no es algo universal e inamovible, sino que va cambiando según la época, las modas, la cultura, etc.
Otra cuestión es el valor que de manera subjetiva le atribuimos a las cosas. Por ejemplo, para mi los diamantes son algo que no tiene ningún valor. No es más que una piedra. Al igual que el arte, es un bien innecesario porque no dependemos de ello para sobrevivir ni tiene una función pragmática. Su valor proviene de su escasez y su belleza, siendo la belleza una apreciación subjetiva. Yo no pagaría mucho dinero por un diamante porque no me interesa. Al igual que tampoco pagaría 100.000$ por un plátano. Pero otras personas sí lo hacen, porque pueden permitírselo y esa cantidad de dinero no significa mucho para ellos.
¿Es ético pagar grandes cantidades de dinero por una obra de arte?
La respuesta más obvia es que no es ético. Sin embargo casi cualquier cosa material por la que se paga mucho dinero tampoco lo es. Otro ejemplo: los jugadores de fútbol. El precio que pagan los equipos de fútbol por contratar a jugadores estrella, o el sueldo que les pagan al año, tampoco es ético. El fútbol no es una labor fundamental para la sociedad, y sin embargo estamos más que acostumbrados a escuchar los sueldos de los jugadores y nos parece normal. Cuando un equipo paga 100 millones por un jugador, tampoco está comprando algo material, está apostando por una idea: la idea de que ese jugador ganará partidos para su equipo. Puede que lo haga, o puede que no, pero el precio de su compra seguirá siendo el mismo.
Acabo de consultar la lista de obras de arte más caras de la historia hasta la fecha. Curiosamente, la lista está formada íntegramente por pinturas, ninguna escultura. Hace unos años la más cara era Los jugadores de cartas de Cézanne, por la que se pagó 250 millones de dólares. Sin embargo acabo de ver que ha sido más que superada por un cuadro abstracto de Willem De Kooning, que se vendió por 300 millones y por un Cristo de Da Vinci, que se vendió por 450 millones (y del que ni siquiera hay consenso sobre que sea auténtico).
El hecho de que algunas personas paguen sumas exorbitantes por obras de arte u otro tipo de bienes, no es ético en mi opinión porque yo también creo que hay otras muchas cuestiones más relevantes en las que se podría invertir ese dinero. Sin embargo, sí creo que algunas obras de arte son objetos únicos de incalculable valor, un valor que va más allá de una cifra.
Lo más chocante del plátano es que no es una obra hecha de manera artesanal como todas las que he mencionado más arriba. Es un plátano pegado a la pared y, en nuestro esquema de precios y valores, un plátano no es un Da Vinci. Esto es cierto y no puedo refutarlo, excepto que, desde el punto de vista del arte conceptual, el valor de las obras no está en lo material, aunque sea algo que nos cuesta asumir. Auunqe está claro que para algunas personas era lo bastante interesante como para comprarlo.
¿El artista simplemente se inventa tonterías para llamar la atención?
En mi opinión, Maurizio Cattelan es un tipo bastante inteligente. Es un maestro de la polémica, la sátira y de remover al público con cada una de sus obras. Contienen una buena suma de crítica y comedia y no tiene reparos en tratar temas sensibles – como el Papa estrellado por un meteorito, animales embalsamados o una escultura de Adolf Hitler arrodillado en oración en el antiguo gueto de Varsovia.
También colabora habitualmente con diferentes revistas dedicándose a la fotografía y el diseño gráfico. Tiene su propia publicación junto con Pierpaolo Ferrari, Toiletpaper Magazine, con fotografías surrealistas y provocadoras.
Puede parecer que todo lo que hace es simplemente para crear polémica y llamar la atención. Desde luego sabe cómo promocionar su trabajo y cómo atraer la atención del público y de los medios. Pero no me parece algo negativo, simplemente es un recurso para vender lo que hace, y de paso nos hace pensar en algunos temas tabú o reconsiderar nuestra noción del arte. Aunque a primera vista su trabajo te parezca absurdo, todas sus obras tienen mensajes y preguntas interesantes. Y lo mejor de todo es que no tienes que pagar 120.000$ para poder verlas.
Y hasta aquí mi disección de la banana. ¿Qué opinas?
1 thought on “Disección de un plátano y un trozo de cinta adhesiva”