Cuando empecé a conocer la historia de los colores, me di cuenta de que muchos pigmentos se obtienen de elementos químicos. Mi recuerdo del aprendizaje de la tabla periódica en la secundaria era de algo tedioso. Teníamos que memorizarla de principio a fin, pero no había ninguna comprensión real sobre qué eran esos nombres. Algo tan simple como traer a clase algunos de los elementos que aparecen en la tabla, habría ayudado mucho en el aprendizaje. Algo que pudiéramos ver y tocar, experimentar en primera persona.
No es lo mismo memorizar la palabra plomo, que pensar en el plomo como una fuente de pigmento rojo o amarillo a través de sus transformaciones químicas. O considerar sus efectos sobre la salud de quién lo usaba. La tabla periódica está llena de colores. Con algunos elementos se pueden hacer varios colores, con otros sólo uno, pero los usos que han tenido a lo largo de la historia son verdaderamente fascinantes. En este artículo hago un repaso por los elementos químicos de los que se han obtenido colores y algunos ejemplos sobre cómo se han utilizado en el arte y en el maquillaje.
Amarillo
El primer amarillo de la historia es uno de los pigmentos más antiguos que se conocen: el ocre, un hidróxido de hierro. Es abundante de manera natural en todos los continentes y es un pigmento excelente: duradero, cubriente, compatible con todas las técnicas, fácil de preparar y no es tóxico (un gran plus entre los pigmentos provenientes de metales, como veremos). Se usa desde hace casi 300.000 años y está considerado el primer pigmento usado por el Homo sapiens.
El oropimente es un sulfuro de arsénico de un amarillo brillante. Era conocido y utilizado como pigmento en la Antigüedad- hay restos de oropimente en la tumba de Tutankamón y en el Taj Majal. A pesar de su toxicidad, en China se utilizaba como medicina y fue de un gran interés para los alquimistas, porque pensaban que de este mineral podía extraerse oro. Fue utilizado para pintura hasta el siglo XIX, cuando fue sustituido por el amarillo de cadmio.
El amarillo de Nápoles tenía este nombre porque durante mucho tiempo se pensó que era una tierra que se formaba en las faldas del volcán Etna. Tras varios análisis en época moderna, se descubrió que contenía antimoniato de plomo y estaño. Es un pigmento con muy buenas propiedades- cubriente, secativo y de un amarillo brillante, se consideraba el mejor amarillo para el óleo y se mantuvo en uso hasta el siglo XVIII.
Del cadmio se obtienen pigmentos de la gama de color amarillo, naranja y rojo. Se trata de tonos muy brillantes y luminosos, nada que ver con los tonos más oscuros y apagados del ocre. Como ocurre con otros pigmentos, es tóxico, incluso en pequeñas cantidades, cuando se inhala en forma de polvo. Los pigmentos de cadmio tienen, sin embargo, muy buenas cualidades, especialmente su poder de permanencia y tremenda resistencia al calor, que lo convirtieron en un buen sustituto del amarillo de Nápoles.
Verde
Los minerales malaquita y azurita se forman en depósitos de cobre y tienen una composición química muy parecida. El mineral malaquita se molía y se usaba como pigmento verde. Era fácil de encontrar en Europa y barata, por lo que a veces se usaba para pintar grandes superficies, como en las puertas y ventanas del Escorial en el siglo XVI. También es común encontrar malaquita en la representación de cualquier paisaje natural de los siglos XVI y XVII.
Del cobre se obtiene también el verdigris o cardenillo, un hidroxiacetato de cobre de un tono verde claro casi turquesa. Es el resultado de exponer láminas de cobre a los vapores de ácido acético y se conoce como pigmento artificial desde la Antigüedad. Cardenillo también es el color verdoso que adquieren muchas esculturas de bronce con el transcurso del tiempo. El verdigris se ennegrecía con la humedad y era poco cubriente, por lo que se usaba principalmente para veladuras, o se mezclaba con malaquita para darle opacidad.
El verde de París y el verde de Scheele son dos colorantes verde esmeralda que se usaron como tintes y pigmentos durante el siglo XIX. Ambos contenían cobre y arsénico y eran increíblemente venenosos. Producían verdes muy intensos, que los popularizó como colorantes para todo tipo de materiales: papel para paredes, velas, jabones, juguetes y hasta dulces. Ambos colores se pueden encontrar en muchos cuadros del siglo XIX. Después de que varias personas muriesen como resultado de estar en contacto con estos pigmentos, se prohibió su uso en como colorantes y pasaron a usarse como insecticidas.
El pigmento viridián contiene óxido de cromo y fue desarrollado por el fabricante Pannetier, en Francia, a mediados del siglo XIX. Es un verde oscuro con un sub tono azulado. Gran parte de su mérito viene de sustituir al Verde de París, ya que el viridián no es tóxico. A los impresionistas franceses les encantaba este pigmento, porque aparece en muchos de sus cuadros, así como en la obra de Vincent Van Gogh.
Blanco
El albayalde es el blanco más importante de la historia del arte. El carbonato de plomo que se fabricaba de forma sintética desde la Antigüedad. En tratados romanos se menciona que su método de preparación era exponer láminas de plomo a los vapores del vinagre y calcinar al sol la corrosión blanca resultante. También era ampliamente utilizado en el maquillaje, pues se usaba como polvo blanco para la cara, desde las hetairas griegas hasta las mujeres nobles del siglo XVIII.
El óxido de zinc es, junto con el titanio, el blanco más usado en la pintura artística actualmente. Al igual que el titanio, su valor viene principalmente de su baja toxicidad frente al blanco de plomo. Fue inicialmente desarrollado por el químico francés Louis-Bernard Guyton de Morveau a finales del siglo XVIII. Curiosamente, no tuvo mucho éxito. Era mucho más seguro que el blanco de plomo, pero más caro de fabricar. El blanco de plomo estaba tan asentado entre los pintores que, durante el siglo XIX, el uso del blanco de zinc siguió siendo bastante escaso entre los artistas.
El dióxido de titanio es el blanco más utilizado en pintura a día de hoy. Es muy opaco, luminoso y cubriente, tirando a tonalidades frías y azuladas. A diferencia de otros blancos, su toxicidad es muy baja. Se desarrolló a principios del siglo XX por la marca Titan, en Noruega. Su importancia viene sobre todo del hecho de que sustituyó casi por completo al blanco de plomo.
Rojo
El bermellón es el nombre del color rojo brillante que se obtiene del cinabrio, un sulfuro de mercurio que es, sin duda, uno de los rojos más importantes de la historia. Se conocía ya en la Prehistoria y en las civilizaciones antiguas. Con cinabrio se pintaron las paredes de los palacios de Teotihuacán y era el pigmento favorito de las patricias romanas para los labios, y la causa del sonrosado en las mejillas de los retratos de los siglos XVI al XVIII. España contaba con gran abundancia de cinabrio natural gracias a las minas de Almadén, que fueron explotadas desde época romana hasta finales del siglo XX.
El ocre rojo se obtiene del óxido de hierro, generalmente en forma de hematites, o por calcinación del ocre amarillo. Desde las primeras muestras de arte simbólico en el Paleolítico, incluyendo la cerámica, los enterramientos y la pintura corporal, hasta la pintura actual, el óxido de hierro sigue siendo una de las fuentes principales de tonos sienas en todas sus variantes.
El rojo de cadmio es uno de los pigmentos rojos más utilizados a día de hoy. Su intensidad y brillantez lo han convertido en un pigmento esencial, a pesar de que se ha propuesto su prohibición para usos artísticos debido al peligro que supone inhalarlo en forma de polvo. Su resistencia a desvanecerse lo hizo un buen sustituto del bermellón, que también es tóxico.
El minio es un tetraóxido de plomo y es un rojo muy vivo. Es un pigmento sintético que se produce calcinando blanco de plomo. Tuvo un gran uso en la Edad Media para los códices miniados. Del minio viene la palabra miniatura– las bellas ilustraciones que acompañaban a los textos de los códices medievales, que usualmente incluían este pigmento rojo.
El rejalgar es el primo hermano del oropimente. También es un sulfuro de arsénico pero su color varía entre naranja y rojo fuego. Se usó como pigmento rojo en la Antigua China, en India y en Egipto, y todavía se utilizaba durante el Renacimiento italiano. Al igual que el oropimente, el verde de París y el verde de Scheele, es muy venenoso, y se ha utilizado como pesticida. Dejó de utilizarse en la pintura en el siglo XVIII.
Negro
El óxido de manganeso es uno de los primeros pigmentos usados en la Prehistoria. Con óxido de manganeso se hicieron muchas de las pinturas prehistóricas (desde hace unos 40.000 años en adelante) que hay en cuevas y abrigos de roca. Junto con el ocre, forma la clásica tanda rojo/negro de la pintura parietal más antigua. También era parte de la famosa técnica de la cerámica verde-manganeso, que tiene tonos verdes (del cobre) y morado oscuro casi negro (manganeso).
La antimonita molida es el principal ingrediente del kohl, el tradicional maquillaje de ojos que se usaba ya en el Antiguo Egipto hace 5000 años. Es de color gris oscuro casi negro y servía para varios propósitos: como maquillaje alrededor de los ojos, las cejas y las pestañas, y como protector frente a la fuerte luz solar del desierto en África y Oriente Medio. El kohl no se elaboraba siempre con los mismos materiales. Podía estar compuesto de antimonita, carbón o galena, que contiene plomo. A pesar de ser tóxica, la galena podía actuar como bactericida y proteger los ojos de infecciones.
El negro de carbón es el pigmento que se obtiene al quemar huesos de frutos (almendra o melocotón) y distintos tipos de madera, principalmente sarmientos de vid. Como pigmento aparece mencionado en los escritos de Vitrubio y en los tratados medievales, aunque debió ser descubierto de manera temprana en la Prehistoria con el dominio del fuego al observar el tizne negro de la madera quemada. De la misma manera se conseguía el negro de huesos: calcinando los huesos o astas de animales.
El grafito, el material con el que se hacen las minas de los lápices, es una de las formas en las que se presenta el carbono en la naturaleza. La mina de grafito natural más grande del mundo se encuentra en Cumbria, Inglaterra, y se conoce desde el siglo XVI.
Debido a que Inglaterra controlaba la única mina de grafito puro conocida, el acceso a este material para lápices era muy escaso. Por eso se inventó un sistema en Alemania, en el que se mezclaba grafito en polvo con arcilla y se horneaba en forma de barritas que luego se introducían entre las dos mitades de un tubito de madera. Este sigue siendo fundamentalmente el método para hacer lápices a día de hoy.
Azul
Con cobre se hacía el famoso azul egipcio, considerado el primer pigmento sintético de la historia, que fue desarrollado por los egipcios hace más de 5000 años. Los minerales azules que se conocían entonces eran escasos y no permitían utilizar un pigmento azul en grandes cantidades. Este parece haber sido el motivo de que se creara la fórmula del azul egipcio, en la que se calentaba arena, cobre, carbonato de calcio y natrón. Fue un pigmento muy apreciado hasta el final del Imperio Romano, cuando se perdió su fórmula.
La azurita, que se forma en depósitos de cobre, produce un color parecido al del lapislázuli y es mucho más abundante que este. Es la principal fuente de azul en la pintura occidental desde la Edad Media hasta el siglo XIX. El problema de la azurita es que puede transformarse en malaquita y volverse verdosa con el tiempo, al contrario del lapislázuli, que tiende al violeta y su color es constante. De ahí que no se considerase de la misma calidad, ya que la azurita se oscurecía y alteraba con los años.
El azul de Prusia fue el primer pigmento artificial moderno, y fue el resultado de un experimento fallido en 1704. Heinrich Diesbach estaba intentando hacer una laca roja con cochinilla. Como le faltaba uno de los ingredientes necesarios, lo tomó prestado del alquimista Johann Conrad Dippel, sin saber que el material que había cogido estaba contaminado. Cuando volvió al día siguiente la mezcla no era roja, sino de un azul intenso debido a la presencia de ferrocianuro que había contaminado el pigmento.
En seguida se dieron cuenta de que este pigmento tenía potencial y se dedicaron a fabricarlo y venderlo a artistas en la corte prusiana. En 1710 llegó a París y rápidamente se extendió por toda Europa. Tuvo un gran éxito entre los pintores franceses y fue un esencial en los paisajes venecianos de Canaletto y los retratos de Elisabeth Vigeé Le Brun. El azul de Prusia es también el color utilizado en la cianotipia
El cobalto era uno de los ingredientes del esmalte azul, unos de los pigmentos sintéticos más antiguos que se conocen, utilizado ya en Egipto y Persia. La receta egipcia se perdió con el tiempo, aunque a partir del siglo XVI se usa cobalto para colorear de azul el cristal y para el vidriado de las vajillas de cerámica.
En el siglo XIX, el ministro del interior de Francia le encargó al químico Louis Jacques Thénard que buscase una alternativa barata para el azul ultramar– el azul de lapislázuli, que es uno de los pigmentos más caros y valorados de la historia. Thénard estudió el vidriado azul de la porcelana y se dio cuenta de que contenía arseniato de cobalto. Hizo varias experimentos hasta dar con el aluminato de cobalto que sería conocido como azul cobalto. Es tóxico si se inhala, por lo que había que manejarlo con cuidado.
Fue el deseo por fabricar colores lo que llevó a la experimentación química: desde la primera vez que se calcinó ocre amarillo para que se volviese rojo, pasando por el azul egipcio hasta el verde de cromo, la búsqueda del color ha llevado a grandes descubrimientos científicos. Casi nunca relacionamos la ciencia con el arte y, sin embargo, están mucho más conectados de lo que pensamos. Espero que este artículo pueda servir de inspiración a educadores para enseñar la química a través del arte. O el arte a través de la química.