Un ejemplo práctico
Una de las cosas más interesantes a descubrir cuando educas a través de obras de arte es que no sólo se trata de hablar de las obras en sí y de enseñar arte, sino que en realidad, se puede enseñar prácticamente cualquier cosa. ¿Suena un poco exagerado? Voy a demostrarte que no es así. Para hacerlo voy a usar un ejemplo práctico de cómo hilar temas a través de una obra.
Podemos hacerlo de dos formas:
- Escoger una obra y extraer diferentes temas de ella
- Escoger un tema y relacionarlo con una o varias obras.
Caso 1: extraer varios temas o ideas de una obra
El primer ejemplo es el de hilar temas que se puedan relacionar con una obra y para mostrar que se puede hacer con todo tipo de obras y no con ejemplos más obvios (como pinturas de historia) he escogido una pintura abstracta de un artista que me gusta mucho: Jackson Pollock.
Jackson Pollock es probablemete uno de los artistas más famosos en relación a la pintura abstracta, puesto que fue creador de un estilo propio muy característico (algo discutible si tenemos en cuenta la influencia de su mujer, Lee Krasner, pero eso es un asunto para otra ocasión) llamado Action Painting o pintura de acción a través de la técnica del dripping: literalmente «gotear «o «chorrear». Seguro que has visto fotografías de Pollock fumando y derramando pintura sobre sus enormes lienzos, ya que la forma en que pintaba se hizo casi tan popular como sus cuadros.
Jackson Pollock es uno de los principales exponentes del Expresionismo Abstracto, conocido por ser el «primer estilo verdaderamente americano», ya que surgió entre los artistas que residían a mediados del siglo XX en Nueva York. Por primera vez una tendencia o escuela artística no venía del Viejo Continente como había ocurrido hasta entonces, sino del Nuevo Mundo, y fue durante el nacimiento de Estados Unidos como potencia mundial, mientras que Europa estaba en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial.
Durante la guerra y después de ella, muchos artistas se marcharon de Europa y se instalaron en Nueva York, que remplazaba así a París como capital mundial del arte. Nueva York no había vivido una guerra ni estaba arrasada por los bombardeos, sino que había permanecido a salvo en un país rico que iba en ascenso y que, además de tener dinero, codiciaba algo que siempre se le había presupuesto a Europa: liderazgo cultural.
Hasta entonces los magnates estadounidenses se habían encargado de comprar obras de arte europeas en cantidades ingentes para llenar sus mansiones y museos. Después de la guerra, Estados Unidos abre sus puertas a inteletuales de todas clases para que hagan en suelo estadounidense lo que antes habían hecho en Europa, consiguiendo así el codiciado prestigio intelectual.
Esta situación se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para que muchos artistas se mudasen a Nueva York, a donde llegarían con toda la experiecia y conocimientos que las Vanguardias (Cubismo, Surrealismo, Futurismo o Dadaísmo) les habían proporcionado. A muchos de ellos se les concedió la nacionalidad estadounidense. Si ves una obra de Marcel Duchamp en un museo estadounidense, te sorprenderá comprobar que se le denomina «American», aunque en paréntesis pondrá French born (nacido francés). Y así con infinidad de artistas.
Pero América no era siempre la tierra de la libertad. Después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó la Guerra Fría y Estados Unidos adoptó rápidamente el papel de dirigente en la lucha contra el bloque comunista. Empezó entonces una etapa de fobia comunista en la que se llevó a cabo la famosa caza de brujas del senador McCarthy.
Los artistas e intelectuales fueron los peor parados: interrogados y encarcelados por ser sospechosos de tener ideas comunistas, de ser espías y colaboradores de la Unión Soviética, muchos fueron condenados al ostracismo y se les impidió trabajar, especialmente a aquellos que se dedicaban al cine.
Sin embargo, el Expresionismo Abstracto tenía una ventaja en esta situación: al ser una forma de arte que no representaba nada en particular, que ni siquiera tenía títulos significativos (Pollock nombraba sus cuadros mediante números) y que se centraba en expresar el mundo interior y la individualidad del artista, estos artistas recibieron un tratamiento basante menos severo por parte de las autoridades. Las obras no sólo no tenían un contenido ideologíco de izquierdas, sino que se podían usar como bandera de la América libre y capitalista, un símbolo claramente opuesto al arte soviético, fuertemente condicionado por la propaganda del Estado.
Temas que se pueden extraer:
Como puedes ver, hemos mencionado bastantes temas durante la explicación de la obra y de su contexto social e histórico. De este resúmen ya podemos extraer mucho contenido para usar en nuestra actividad:
- El nacimiento del arte abstracto y su significado
- Los cambios de poder mundial después de la Segunda Guerra Mundial
- La libertad de expresión y la censura
- El exilio
- Comunismo frente a Capitalismo
- Expresión e indentidad individual
- Action painting y dripping: nuevas técnicas en la pintura
- La Guerra Fría
- La caza de brujas
- El nacimiento de Nueva York como capital intelectual mundial
- El arte como bandera de ideologías políticas
- Drogadicción y enfermedades mentales entre los artistas (no lo he mencionado más arriba pero Pollock sufrió de ambos).
- La sociedad estadounidense de la década de los 40 y 50
- La posguerra
Sólo comentando y discutiendo esta obra con un grupo de estudiantes ya se pueden tratar muchos temas diferentes que se relacionan con ella. Una obra de arte no va solo de un estilo, hay mucho a su alrededor que la influye y la conforma, está conectada con un momento en la historia y un contexto ideológico y geográfico, algo que siempre podemos aprovechar a la hora de educar a través de obras de arte.
Caso 2: escoger un tema e hilarlo a través de varias obras
Para nuestro siguiente caso, he escogido un tema bastante amplio que se estudia en todas las escuelas y que conoce todo el mundo: la Revolución Francesa.
Digamos que tienes que tratar este tema con un grupo de estudiantes pero quieres darle un enfoque más dinámico que leer el tema de un libro de texto. Utilizar obras de arte o incluso imágenes en general que se relacionen con este tema puede hacerlo más atractivo e interactivo.
Una propuesta interesante sería que les ofrezcas a tus estudiantes que elijan una o varias obras de arte sobre el tema e investiguen sobre ellas. Si esta actividad se realizase en un museo, también puedes pedirles que busquen en las galerías una obra que se relacione con el tema propuesto y que te expliquen cómo se relaciona y por qué.
La muerte de Marat
Si hay un artista cuyo trabajo se asocia a la Revolución Francesa, ese es Jacques-Louis David.
David se convirtió en el pintor de la Revolución primero y de Napoleón después. Su impecable estilo neoclasicista y su maestría como pintor lo llevaron a ser el cronista de la historia de Francia en su época. Era amigo de Robespierre y también de Marat y, tras su asesinato, lo inmortalizó como un héroe de la Revolución.
Lo representa justo después de ser apuñalado por Charlotte Corday en la bañera, donde pasaba mucho tiempo para calmar los picores de una enfermedad de la piel. Aparece escribiendo (posiblemente firmando ejecuciones), como lo encontró su asesina, con el cuchillo manchado de sangre en el suelo, aunque sin presencia de la mujer a su lado.
Su representación es la de un mártir que ha sido asesinado injustamente a causa de su defensa de la Revolución y que, además, aparece trabajando incluso en la bañera, lo que muestra su sacrificio personal. La composición recuerda a la de una fotografía moderna y capta de manera simple y directa la admiración de David por su amigo.
A través de esta obra se pueden comentar temas como la época del terror, los jacobinos, Robespierre, la guillotina (Charlotte Corday fue aguillotinada) y el nacimiento de un nuevo régimen político. Marat, David y Robespierre votaron a favor de la ejecución de Luis XVI, lo que supuso un giro definitivo en la historia de Europa: por primera vez en siglos el pueblo se atreve a matar a un rey y a crear un gobierno republicano, lo que cambiaría la historia del mundo para siempre.
Versalles
El Palacio de Versalles fue construido por Luis XIV, el rey sol, que lo convirtió en su residencia y la de la corte francesa en el siglo XVII. Fue ampliado por Luis XV primero y por María Antonieta después, llegando a tener varios palacios y unos espectaculares jardines, paradigma del jardín francés. Se convirtió en un símbolo de poder, de riqueza y de derroche.
La frivolidad de la reina María Antonieta mientras el pueblo se moría de hambre se hizo conocida en todo París y el descontento fue creciendo hasta que en 1789 el Palacio fue tomado y los reyes obligados a trasladarse a la capital como prisioneros del pueblo.
El Palacio de Versalles es un ejemplo notable de arquitectura, escultura y pintura barrocos y rococó, además del diseño de sus jardines, pabellones y fuentes. Simboliza la monarquía absoluta, la vida lúdica y placentera de la nobleza de los siglos XVII Y XVIII en un micro universo que vio el esplendor y la caída de los reyes de Francia en apenas tres generaciones. Tanto Luis XVI como María Antonieta fueron ejecutados en la guillotina, sólo dos generaciones después de que Luis XIV declarase «el Estado soy yo».
Después del inicio de la Revolución, Versalles fue abandonado y no sería utilizado de nuevo hasta la reinstauración de la monarquía. Aunque no volvió a ser sede permanente del poder, ha sido escenario de guerras, reuniones políticas y firmas de tratados de paz (el Tratado de Versalles se firmo aquí en 1919 para poner fin a la Primera Guerra Mundial), lo que lo convierte en un escenario importante de la historia de Europa y en un símbolo de la nación francesa. Todas las obras de arte de Versalles, incluídos los palacios en sí mismos y los jardines, cuentan historias y son símbolos que nos transmiten ideas y valores.
Napoleón Bonaparte
Y volvemos a Jacques Louis David porque fue también el pintor oficial de Napoleón. Lo retrató en varias ocasiones y esta pintura en concreto, que muestra su coronación, transmite gran cantidad de mensajes, mensajes que el propio Napoleón quería plasmar para la posteridad.
En esta obra vemos el momento de su coronación en Nôtre Dame de París. El famoso gesto en que el emperador coge la corona de manos del Papa y se corona a sí mismo, simboliza el nuevo poder secular, que por un lado ignora las viejas instituciones pero al mismo tiempo las utiliza en su afán de poder.
La ceremonia se celebra en la catedral, donde un nuevo poder republicano ha tomado el mando. También puede ser interpretado como una representación del ego de Napoléon, que al mismo tiempo que proclama los ideales revolucionarios, se nombra a sí mismo emperador: rodeado de todos los símbolos de poder que habían ostentado los reyes, y con la corona de laurel que lucían los césares romanos.
Las obras grupales como esta pueden dar mucho juego cuando las estudiamos porque aparecen gran cantidad de personajes, símbolos, expresiones faciales y ropajes, colocados en posiciones dentro de la escena que también nos transmiten su importancia. Es fácil adivinar quiénes son los protagonistas, la época y el escenario sólo con mirar la obra. Napoleón suele ser un personaje reconocible y cualquiera mirando el cuadro puede reconocer la corona, el cetro, la mitra del Papa y las capas reales de piel roja y blanca. Puede llevar a una conversación amplia sobre la representación del poder y sus símbolos, e incluso a preguntarnos por qué los reconocemos tan fácilmente.
Con estas tres obras se pueden comentar y discutir muchísimos aspectos de la Revolución. Al hacerlo incluimos a los alumnos en el aprendizaje, los incluimos en la conversación y también los hacemos más observadores, inquisitivos y es más entretenido que simplemente escuchar de manera pasiva.