Identidad es un concepto que ha tomado fuerza en las últimas décadas y que está muy presente en el debate público a día de hoy. La razón por la que ahora se debate con frecuencia sobre ello es que por primera vez en la historia occidental, la identidad no se concibe como una sola y homogénea para todo el mundo dentro de la sociedad, sino que la tolerancia hacia distintas identidades es ahora mayor que nunca.
¿Qué es la identidad?
La identidad responde a la pregunta ¿quién soy? y se refiere a varios aspectos de una persona. La identidad cultural se refiere a la cultura con la que te identificas, la nacional al país o región de que te sientes parte y la religiosa a la fe que profesas. Te hace ser parte de un grupo y, por definición, opuesto al resto.
Otras formas de identidad son más personales. Por ejemplo: la identidad de género (sentirte hombre o mujer), la sexual (heterosexual, homosexual…), o la identidad étnica, que puede ser bastante diversa.
A pesar de que a veces se le quita peso, la identidad es muy importante. Saber quién eres y a qué grupos sientes que perteneces es esencial para sentirte bien contigo mismo. Durante muchos siglos, la identidad dentro de un grupo social era una e impuesta para todos. Por ejemplo, ser gay no era una opción aceptada, así que tener esta identidad sexual podía ser causa de una gran frustración y sufrimiento. Esto sigue siendo así en la mayor parte de países del mundo, por desgracia.
Cada identidad lleva asociada una serie de connotaciones, que en muchas ocasiones, según cómo te eduquen, pueden ser negativas. La identidad de ser un hombre o una mujer, conlleva expectativas y connotaciones sociales diferentes. Ser blanco, asiático, gitano o negro tiene connotaciones distintas según el contexto. Igual ocurre con las diferentes religiones, o con los países.
¿Es simplemente una invención moderna?
Buscando información sobre este tema, he estado repasando el capítulo sobre arte e identidad del libro Art & Today de Phaidon. Me ha sorprendido bastante que en los 60 y 70, cuando empezaron a aparecer estas cuestiones entre los artistas, muchos críticos dudaban que la identidad fuera algo real. Se comentaba que todo podría simplemente ser una creación de los medios, la televisión y la publicidad con la te bombardeaban a diario.
Para está muy claro que la identidad es algo muy real. Es esencial para tu salud mental, saber cuál es tu lugar en el mundo y poder relacionarte con los demás desde una posición segura y sana.
La identidad es algo aprendido, sí, pero ha existido siempre. Desde el principio de los tiempos, los humanos han vivido en grupo y han tenido una forma de vida tribal. Es decir, en mi tribu hay una serie de costumbres, creencias, indumentaria, etc. que son las que aprendo y las que definen mi forma de vida. Lo que más define una identidad es que hay otras tribus que NO son como la mía, y que viven y actúan de maneras diferentes a mí. La identidad se define por oposición al Otro, los que no son parte de mi grupo y no son como yo.
El carácter tribal del ser humano existe desde siempre y no tiene nada que ver con los medios de comunicación del siglo XX. Con el tiempo la identidad ha ido creciendo y cambiando, eso sí. Las identidades nacionales, por ejemplo, son más modernas. Pero siempre han existido reinos, imperios y territorios que compartían una lengua, formas de vida, etc aunque no fuesen países en el sentido moderno. Siempre ha habido distintas religiones y distintos roles sociales.
La identidad en el arte
Tener una identidad confusa o diferente a la de mayoría de personas a tu alrededor puede causar aislamiento y soledad. El arte es una de las mejores formas de expresar y descubrir los conflictos acerca de la identidad, y muchos artistas lo han hecho un tema central en su trabajo.
Generalmente, los artistas que más han expresado cuestiones identitarias en su obra son aquellos cuya identidad es minoritaria o marginal en su contexto, aquellos que han luchado por encajar. El entorno determina qué es marginal. Lo que es minoritario en Estados Unidos no es minoritario en Cuba o en Corea del Sur, en relación a cuestiones culturales o étnicas. La identidad de género o sexual es universal porque está presente en todos los países del mundo, por el contrario.
El arte es una forma de expresar y entender la identidad que nos sirve para entender las experiencias y vivencias de otras personas. También puede servirnos para comprender mejor las nuestras al vernos reflejados en las experiencias de otros. Es una herramienta para abrirnos a otras formas de ser, sentir y vivir, así como para ser más abiertos y tolerantes.
3 obras de arte que tratan sobre la identidad
Ana Mendieta, Siluetas (1973-1980)
La historia de Ana Mendieta es un ejemplo modelo de conflicto de identidad. Nació en Cuba en 1948. Su familia era adinerada y conservadora, y tras la Revolución Cubana, decidió que era más seguro mandar a sus dos hijas mayores fuera del país.
La Operación Peter Pan fue una acción organizada por la Diócesis Católica de Miami en colaboración con el gobierno de Estados Unidos que sacó a miles de niños de Cuba tras la revolución comunista. Con son solo 12 años, Ana salió clandestinamente del país y fue a parar a un orfanato en Iowa con su hermana Raquel. Como las dos eran menores de edad, y sus padres y hermano pequeño seguían en Cuba, se pasaron años yendo de casa de acogida en casa de acogida. Esta experiencia fue traumática para Ana, que se vio brutalmente separada de su familia, sus raíces y su lengua, y pasó a ser una niña huérfana en el medio oeste americano. Allí aprendió que a los ojos de los estadounidenses ella era una «persona de color», una distinción que ella nunca había percibido antes.
Seis años después, su madre y su hermano pudieron reunirse con las dos hermanas en Iowa, aunque su padre pasó muchos años en prisión y no pudo salir de Cuba hasta bastante tiempo después.
Ana estudió en un programa pionero en la Universidad de Iowa llamado Intermedia, el primer programa de arte interdisciplinar del país. En este programa se animaba a los estudiantes a explorar el video arte, el arte conceptual, las instalaciones, etc. Entró en contacto con los inicios del movimiento feminista, el land art y la performance. Durante el verano hizo un viaje con algunos estudiantes a Oaxaca, México, para visitar los sitios arqueológicos. Por primera vez desde su exilio impuesto, viaja a un país donde puede hablar en español y cuya cultura está más cerca de la cubana. Deja de ser una mujer de color para ser simplemente una más. Conecta con el arte prehispánico y la espiritualidad y cultura mexicanos a un nivel mucho más profundo que con la cultura de Estados Unidos.
Sintió que había vuelto a su orígen, a la cultura latinoamericana, y empieza su serie más famosa, la serie Siluetas, que realizaría durante años. En Oaxaca hizo la primera, Imagen de Yagul (1973), en la que se fotografió a si misma desnuda cubierta de flores entre los restos de una tumba zapoteca. Al realizar esta acción pretendía «volver a la tierra y fundirse con ella», reconectar con la tierra de la que había sido arrancada. Las Siluetas fueron variando. En ocasiones aparecía su cuerpo fundiéndose con el entorno natural, y en otras es solo la silueta de un cuerpo dibujada en la arena, en el barro, con flores, piedras, fuego, pintura o plumas.
En las siluetas Ana utiliza referencias y símbolos de la espiritualidad cubana como la santería, el Palo Monte o el Abakuá. Estas prácticas religiosas tienen su orígen en las creencias de los esclavos africanos llegados a Cuba y se fusionan con las tradiciones católicas hispanas. La fusión de la espiritualidad cubana, la naturaleza y su cuerpo se convierten en una expresión de su anhelo por el hogar y las raíces perdidas.
Ana pudo volver a Cuba en 1981, reencontrándose con el resto de su familia y con su tierra. Realizó una serie de grabados en piedra en las cuevas del Parque Estatal del Jaruco tituladas Esculturas rupestres, que la ayudaron a sanar la pérdida de su identidad.
Shirin Neshat, Women of Allah (1994-1996)
Shirin Neshat (1957) nació en una familia de clase acomodada en Irán. Con 17 años se marchó a Estados Unidos para estudiar Bellas Artes. En 1979, durante sus estudios en California, ocurrió la Revolución Islámica. No volvería a Irán hasta 1990 para reunirse con su familia y el cambio que vio en el país fue un shock para la artista. Dejó Irán siendo una sociedad moderna, y regresó a una sociedad profundamente conservadora y religiosa. La libertad de expresión y los derechos humanos habían desaparecido y se sintió una extraña en su propio hogar. El país pasó de ser de cultura persa a ser completamente islamizado y había sido transformado de tal manera que era irreconocible para la artista.
Ella misma ha explicado muchas veces como era fascinante y aterrador a la vez ver el cambio que había supuesto para el país. Fue casi como viajar a otro mundo y a otra época. Había pasado muchos años viviendo en un sociedad occidental y el ver cómo la vida de las mujeres había cambiado en su país la llevó a hacer una serie de fotografías tituladas Women of Allah (Mujeres de Alá).
En Women of Allah, la artista se autorretrata vestida con el chador, portando armas y mostrando la piel visible de su cuerpo escrita con líneas del Corán. Estas fotografías expresan el cambio político que ha sufrido Irán a través de su efecto en la mujeres y es una crítica al régimen, a la pérdida de la democracia y de las libertades de los ciudadanos iraníes. Shirin Neshat vive en el exilio desde entonces y ha dedicado su carrera como artista a recordar al mundo occidental que Irán fue, hasta hace no mucho, un país secular y democrático, que su historia y su cultura no se reduce a la de la Revolución Islámica.
Su trabajo se centra especialmente en las mujeres iraníes y en cómo estas, a pesar de ser quiénes más han sufrido los cambios ideológicos y religiosos de Irán a través de los siglos, nunca han abandonado la lucha por su libertad. En los últimos años ha dedicado su trabajo al vídeo y al cine, contando la historia de las mujeres de su país desde dentro, arrojando una nueva luz sobre los prejuicios que existen hacia Oriente Medio.
Kara Walker, A Subtlety or the Marvelous Sugar Baby (2014)
Kara Walker (1969) es una artista estadounidense que usualmente trata en su trabajo el racismo contra la población negra en Estados Unidos. Creció en una zona liberal de California, pero siendo adolescente se mudó a Atlanta, Georgia, un estado del sur donde reinaba el racismo y donde aún había mítines del Ku Klux Klan. La forma en que la trataban estaba directamente relacionada con su color de piel, y cuando estudió arte decidió que quería tratar ese tema en su obra.
En 2014 recibió el encargo de hacer una instalación en una fábrica de azúcar abandonada en Brooklyn que iba a ser demolida. Las paredes seguían cubiertas de melaza. Investigando sobre la industria del azúcar y su historia, decidió realizar una serie de figuras que mostrasen a los esclavos que se encargaban de cosechar la caña de azúcar de una manera exagerada y prototípica, señalando los prejuicios que hay sobre la historia negra en Norteamérica.
La instalación consta de varias partes. La principal es una imponente figura de azúcar blanco en forma de esfinge con los rasgos exagerados de una esclava negra. Tanto la cara como el cuerpo representan de manera caricaturesca los rasgos de una mujer negra, con la sexualidad muy pronunciada. Tiene grandes pechos y nalgas y en su postura parece estar expuesta para ser violada, algo que ocurría constatemente a las esclavas por parte de sus dueños. Al mismo tiempo, la forma de esfinge le hace tener una actitud majestuosa e imponente, que contrasta con la vulnerabilidad de estas mujeres.
A su alrededor hay figuritas pequeñas de niños cargando cestas que están hechos de caramelo oscuro. La idea era que las figuras se fuesen derritiendo lentamente, por lo que sería una instalación efímera. Estos niños imitan a los Blackamoor, un tipo de figuritas típicas de las artes decorativas de los siglos XVIII y XIX que representan de manera exótica a personajes negros o de otras etnias. Estas esculturas surgen a partir del colonialismo y del contacto de los europeos con las culturas de regiones como África y el sur de Asia.
La instalación fue bastante criticada y mal recibida por muchos artistas en la comunidad negra. La encontraron ofensiva y poco respetuosa con las tragedias de la esclavitud. Las obras que tratan temas de identidad pueden ser muy controvertidas y herir la sensibilidad de ciertas personas porque conllevan una gran carga sentimental. A mí, sin poder hablar desde la perspectiva de una mujer negra norteamericana, me parece que el aspecto caricaturesco de la instalación era una forma de crítica que incitaba al debate y señalaba aspectos importantes de la historia del racismo. Me parece un trabajo muy interesante y que nos sirve para cuestionar la historia y la sociedad de Estados Unidos.
¿Conoces a algún otro artista que hable acerca de la identidad?
3 thoughts on “Cómo explorar la identidad a través del arte”