La principal diferencia entre un mediador cultural y un profesor de un colegio, instituto o universidad, es que un profesor se suele enfrentar casi siempre a un alumnado en el mismo rango de edad, desarrolla una relación de confianza y autoridad con sus estudiantes (los conoce, y ellos a él o ella) e imparte sus clases dentro de un aula con cierto orden.
Un educador en un museo trabaja con grupos de todas las edades y niveles educativos en un entorno donde la movilidad, la posibilidad de sentarse y de tocar lo que tenemos alrededor son bastante limitadas. No conoce a los grupos personalmente y en apenas una o dos horas tiene que desarrollar una relación con ellos, hacerles hablar y participar, soltarse, escuchar y respetar las normas.
Es un pequeño reto cada día y para hacer su labor, un educador de museo tiene que tener en cuenta varios factores:
- adaptar al rango de edad y contenido lo que va mostrando
- desarrollar su capacidad para hablar en público con grupos de todas las edades, niveles educativos y situaciones sociales
- elegir las obras más relevantes para lo que quiere enseñar
- tiene que hilar ideas para que los estudiantes lleguen a las conclusiones a las que él o ella desea llegar con cada grupo
- y hacerlo todo en aproximadamente una hora y manteniendo el interés de su público
No es tarea fácil y a veces hay que echarle mucha imaginación y creatividad, sobre todo si no tienes muchos recursos económicos y materiales. Por eso, este es el primer post de una serie que tratará sobre cómo explorar obras de arte con un grupo de estudiantes.
Explorando obras de arte con estudiantes: Comparar para comprender
La primera estrategia que vamos a explorar en esta serie es la comparación. Comparar dos obras de arte, dos teorías, dos temas, o dos ejemplos de casi cualquier cosa, es un método muy habitual para comprender y explorar aquello que nos interesa.
¿Por qué comparar dos cosas nos ayuda a entenderlas? Porque, si nos paramos a pensarlo, la apreciación y comprensión de casi cualquier cosa viene de compararla con otra que es opuesta a ella, o nos parece mejor o peor.
Necesitamos el contraste para apreciar el mundo: es difícil entender la libertad sin saber lo que es la esclavitud, disfrutar el tiempo libre sin saber lo que es el trabajo, apreciar la alegría sin haber sentido tristeza, entender lo moderno sin compararlo con lo antiguo, etc.
Basándonos en la comparación, podemos explorar una obra de arte muy fácilmente con casi cualquier tipo de público. Es muy útil hacerlo con estudiantes porque puede llevar de manera natural a una conversación grupal. Es algo que se puede hacer en cualquier exposición, pero se puede hacer igualmente en cualquier aula, solo habría que mostrar a la clase las imágenes de las obras que queremos comentar con ellos.
1. Elegir nuestro objetivo:
En primer lugar, tenemos que elegir la exposición o las obras que queremos mostrar a nuestros estudiantes y pensar qué pretendemos enseñarles a través de ellas: ¿queremos centrarnos en algún aspecto histórico? ¿Hablar de las tradiciones y costumbres locales? ¿Estudiar los aspectos estéticos y del diseño? ¿Explorar la conexión entre el arte y la ciencia ? ¿Centrarnos en técnicas y materiales? ¿Hablar sobre la mujer en el arte y el feminismo? ¿Trabajar sobre un artista concreto? ¿Queremos explorar temas sociales o políticos?
Las opciones son infinitas, solo tienes que pensar qué tema quieres trabajar con tus alumnos y pensar qué obras, exposiciones, artistas o museos, pueden relacionarse con él.
2. Investigación previa:
Recomiendo que siempre antes de comentar una obra con tus estudiantes, hagas una investigación previa sobre las obras para poder explicarlas y comentarlas adecuadamente. Tanto si lo haces visitando un museo con tu alumnado como si lo haces en clase, es un paso fundamental para poder trabajar con tus alumnos lo que vais a ver.
Los educadores de los museos siempre hacen una investigación de la colección y de las exposiciones temporales para conocer a fondo las obras y los artistas. Muchos museos tienen recursos didácticos para trabajar una exposición antes, durante y después de la visita de los grupos escolares. Puedes ponerte en contacto con el equipo educativo del museo que quieres visitar y preguntarles si ofrecen ese tipo de recursos para hablar en clase sobre los contenidos antes de ir al museo.
Esto puede preparar a los alumnos y enfocarlos durante la visita porque ya van con ciertos conocimientos previos. Si el museo no ofrece actividades previas a la visita pero tú quieres hacerla con tus alumnos, puedes crearla sobre la marcha. Comparte con tus estudiantes qué vais a ver y adelántales algo de la información que tú mismo has aprendido.
3. Escoger dos obras para compararlas:
Selecciona dos obras que sean interesantes para comparar una al lado de la otra, con las suficientes semejanzas y diferencias como para que pueda dar lugar a una conversación amplia. Piensa en lo que ambas obras pueden aportar al tema que quieres comentar y cómo el contraste entre ambas puede hacer a tus estudiantes más conscientes de las ideas a tratar.
No tienen que ser dos obras del mismo tipo, puedes comparar obras con medios muy diferentes (una pintura y una fotografía, una escultura y una ilustración, un relieve y una fotografía, una pintura y una pieza musical, una instalación y una obra arquitectónica, un poema y un cómic…). Un contraste pronunciado puede hacer la comparación más interesante, especialmente si la conexión entre ambas no salta a simple vista.
4. Observar detenidamente:
El primer paso para explorar una obra de arte siempre es mirar con atención, por lo que le pediremos al grupo que observe las obras durante un par de minutos. En este primer paso podemos hacer algunas preguntas sobre qué ven los estudiantes y qué cosas les llaman la atención: materiales, localización, qué creen que representa, qué les parece más llamativo…Al escuchar a sus compañeros y compañeras, irán notando diferentes aspectos además de los que ellos mismos puedan observar.
Al hacer este ejercicio en grupo podemos aprender muchos unos de otros, incluido el propio educador, que muchas veces escucha de sus estudiantes cosas que él o ella no había pensado antes y que enriquecen su propia visión de una obra. Los significados de una obra de arte son tantos como el número de personas que la miran, por lo que nunca dejamos de aprender de ellas ni de los espectadores.
Puedes elegir no decir directamente el nombre de las obras ni los artistas nada más empezar, a veces puede ser más interesante ver qué observan los estudiantes sin ninguna etiqueta previa acerca del nombre o el tema de una obra.
5. Encontrar diferencias y similitudes:
Un clásico de la comparación entre dos elementos, es muy útil para detenernos en los detalles que de otra forma pueden pasarnos desapercibidos. Pedir a los alumnos que encuentren qué cosas son similares y qué cosas son diferentes les obliga a observar con atención una obra. Además, puede ser un pequeño reto: al pedirles que encuentren, por ejemplo, 5 aspectos que tienen en común y 5 que los diferencian, ellos se convierten en protagonistas activos, en vez de limitarse a escuchar pasivamente.
Lo que queremos es crear una conversación con los alumnos en la que todo el mundo pueda participar. Encontrar diferencias y similitudes es una técnica de observación que pueden realizar alumnos de todas las edades, les obliga a enfocar su atención en la obra y notar todos sus detalles.
Aunque parezca trivial, notar lo detalles de una obra de arte no es tan común como podríamos pensar. El tiempo que dedicamos a mirar una obra dentro de un museo no suele pasar de los 30 segundos, y en tan poco tiempo apenas nos damos cuenta de nada en realidad. Al tener que buscar las diferencias y similitudes, enfocamos nuestra mente en lo que tenemos delante con mucha más precisión.
6. Cuál les gusta más y por qué:
Pedir a los alumnos que den su propia opinión sobre una obra puede ser un ejercicio interesante. Es necesario hacer un juicio de valor y explicar por qué una les gusta más que la otra. Esto puede costar un poco porque tendemos a decir que algo nos gusta más o menos y ya está, no sabemos explicarlo. Pero si les hacemos hablar y ponerle palabras a su propia percepción estética, los estudiantes serán conscientes con mucha más claridad de lo que ven, lo que les gusta, lo que les transmite, lo que interpretan, etc.
Es importante no hacerles sentir que su opinión está mal o que están equivocados. En cuestiones de gusto, nadie tiene la razón ni está equivocado. Como educadora cultural e historiadora del arte, hay artistas consagrados que no me gustan ni me transmiten nada personalmente. Tener más información puede hacer que comprendamos mejor, y por lo tanto nos guste más, una obra, pero no siempre es así.
El valor simbólico y emocional que una obra puede representar para alguien va más allá de la comprensión intelectual de la misma. Es este valor emocional el que hace que las grandes obras maestras sean apreciadas universalmente: no hace falta haber estudiado Historia del Arte para que nos gusten y nos emocionen.
Validar todas las opiniones y resolver dudas si en algo van muy desencaminados, sirve para corregir puntualmente a los estudiantes pero al mismo tiempo darles a entender que ni son tontos ni son ignorantes. Mucha gente tiene miedo a quedar mal hablando de arte porque creen que no saben sobre el tema y van a hacer el ridículo. Nuestra función como educadores es todo lo contrario- hacer sentir a todo el mundo cómodo y que todas las voces cuenten por igual.
7. Qué diferencias de estilo y técnicas hay entre las dos y por qué creen que es así:
Las diferencias de estilo, de materiales, de técnicas y del medio que se ha utilizado nos hablan de diferentes épocas, lugares, ideologías y de las preferencias personales del artista o del mecenas.
Las Vanguardias y el arte abstracto, por ejemplo, siguen siendo bastante incomprendidos décadas después de su explosión en el mundo del arte, por lo que explorar el porqué de estos cambios y valorar la evolución del arte abstracto después de milenios de arte figurativo, pueden dar lugar a una conversación bastante amplia.
Esta pregunta, aunque parezca complicada, puede ser igual de válida con niños de educación infantil y primaria. Los niños pueden ser en muchas ocasiones más receptivos hacia el arte abstracto y contemporáneo porque su imaginación está mucho más desarrollada y tienen menos prejuicios sobre cómo hay que representar las cosas, por lo que pueden sorprendernos sus comentarios y su visión del arte.
Además, podemos aprovechar la oportunidad de inculcarles la valoración del arte contemporáneo que a veces es más difícil de conseguir en los adultos, que ya tienen ideas preconcebidas.
8. Qué cuenta cada una y cómo ha elegido cada artista contarlo:
Si de algo van las obras de arte, es de contar historias. El deseo de narrar una historia y de expresar sentimientos a otras personas es inseparable del ser humano. Sin embargo, los medios y la forma de hacerlo son, en la actualidad, virtualmente infinitos. Discutir el por qué y el cómo un artista ha elegido representar una idea o sentimiento, contrastándola con otra forma distinta, nos abre la mente a las posibilidades de la creatividad y nos hace reflexionar sobre la condición humana.
Estos son solo algunos ejemplos sobre cómo comparar dos obras de arte y qué tipo de preguntas pueden guiarnos. Si tienes más ideas o sugerencias sobre cómo explorar obras de arte, o si tienes experiencia como mediador cultural, cuéntamelo en los comentarios.
Para encontrar más ideas sobre explorar obras de arte con estudiantes, sigue los próximos posts dedicados a esta serie.
2 thoughts on “Cómo explorar obras de arte con estudiantes: método comparativo”