Rafael Blanco (1980) es un artista visual residente en Priego de Córdoba en activo desde el año 2007. Aunque empezó en el ámbito digital y la fotografía, actualmente se dedica fundamentalmente a la pintura y su obra está definida por el uso de los colores primarios (cian, magenta y amarillo), el blanco y el negro, y el uso de la abstracción geométrica. Las temáticas que trabaja en la actualidad tienen que ver con el paisaje, la agricultura y cómo esta modifica radicalmente ese paisaje.
Al vivir en la subbética cordobesa, conoce de primera mano el cultivo del olivo y la destrucción que ha ocasionado en el entorno salvaje y natural de esta zona, en especial los nuevos cultivos súper intensivos. Estas problemáticas se reflejan en su obra a través de los patrones geométricos que la agricultura deja en el paisaje. Aunque su estudio está en Priego, trabaja con la galería Modus Operandi de Madrid.
Rafa y yo nos conocimos en 2019 cuando hice mi primer taller como educadora independiente. El taller fue en su exposición “Territorios domesticados” en el Centro del Paisaje Español Contemporáneo en Priego de Córdoba. Desde entonces somos amigos y hacía tiempo que tenía ganas de entrevistarlo para el blog. En este momento ambos estamos trabajando en la VII edición de Nemo Art Festival, del que Rafa es comisario, un festival de arte contemporáneo que se realiza en Priego desde 2010.
¿Qué te hizo querer dedicarte al arte y cómo empezaste?
Cuando era un niño dibujaba en el colegio. En 3º de EGB gané un concurso de dibujo del Ayuntamiento de Priego. Me gustaba dibujar, pero no era consciente de que me gustase el arte per se. Cuando entré al instituto hice nuevos amigos y con ellos empecé a pintar en la calle. Estábamos inmersos en la cultura del hip hop, donde estaban presentes el grafiti, la música y el baile, pero aún no me había planteado estudiar arte.
En mi primer año de Magisterio de Educación Especial escogí por primera vez una asignatura de arte. Recuerdo que la profesora nos enseñaba vídeos de artistas contemporáneos. En esa clase vi por primera vez performances de Marina Abramovic y me causaron una gran impresión. Ver cómo sacaba esas emociones tan intensas y tan duras en sus vídeos con Ulay me hizo ver el arte de una forma diferente.
A partir de ahí empecé a pensar que quería entrar en la carrera de Bellas Artes. Después de terminar mis estudios en Integración social, me lancé a hacer la prueba de acceso y entré en el ciclo de Grabado y Estampación, y de ahí ya me matriculé en Bellas Artes en Altea (Alicante), cuyo programa de artes llevaba sólo unos 4 o 5 años en activo.
El segundo año me trasladé a la Universidad de Salamanca y el tercero hice otro traslado de expediente a la Universidad de Granada. Estuve pensando en dedicarme a la investigación en la universidad, pero al final no me convenció la idea. Así que en 2011 volví a Priego y entré a trabajar en una residencia de personas gravemente afectadas hasta que en 2019 pedí una excedencia con el objetivo de dedicarme al arte a tiempo completo y de manera profesional.
¿Cuál fue la primera obra de arte que te impactó o marcó de alguna forma?
Como he comentado antes, Marina Abramovic fue importante para mí porque rompió la concepción del arte que yo tenía hasta ese momento. De niño y adolescente, mi acceso al arte era limitado y mi primer contacto fue a través del grafiti y el hip hop. En ese sentido el primer artista cuya obra me marcó fue el Niño de las Pinturas en Granada. Cuando paseaba por la ciudad y veía sus grafitis y los textos que los acompañaban, conectaba emocionalmente con su obra.
Has pasado por varias fases de estilo, medios y temáticas ¿Cómo llegaste a tu estilo actual?
Creo que, si miro hacia atrás, en mi obra siempre ha habido algo de geometría y, por supuesto, de naturaleza. Pero la relación con el paisaje empezó hace unos años con una serie de paseos a Sierra Cristina. Mirase a donde mirase sólo veía olivos sin fin. El contraste entre naturaleza salvaje y naturaleza controlada por el hombre se mostraba muy claro, la forma en la que están estructurados los cultivos es geométrica y ordenada: las líneas del paso de los tractores, los círculos, cuadrados e incluso los hexágonos que forman las soleras a los pies de cada olivo…los ritmos cambiantes de las huertas que se ven desde el Adarve de Priego, donde se pueden observar diferentes patrones geométricos.
A partir de ahí empecé a hacer abstracción geométrica basándome en ese paisaje controlado por el ser humano y los cambios que están aconteciendo.
Uno de mis principales referentes en abstracción geométrica es Peter Halley, que en apariencia hace abstracción, pero cuando comprendes su obra te das cuenta de que en realidad es figurativa, o al menos a mi me lo parece. Su obra refleja el estilo de vida del Nueva York de los años 70 y 80, y del resto de los países occidentales donde toda la comunicación es a través del teléfono, la televisión, los conductos de aire, de gas…y todo ese aislamiento se muestra en esas prisiones, conductos y tuberías que hay en su pintura. Para mi la obra de Halley es un reflejo de la decadencia de las sociedades desarrolladas, los miedos e incertidumbres de esas décadas.
De la misma forma, mi obra es un contenedor de significado: no sólo habla de la estructura de los cultivos, sino de todo lo que hay detrás – la economía, la despoblación de las zonas rurales, decisiones políticas en torno a la ecología, los recursos naturales, la calidad de los alimentos…y también habla de la naturaleza, que ya no es salvaje, sino cada vez más y más controlada por el hombre, y que está contaminada por los pesticidas y productos químicos usados en la agricultura.
¿Por qué te centras en el magenta, cian, amarillo, y el blanco y el negro en tu obra?
Tengo un vínculo muy fuerte con el mundo digital (el videoarte, el mapping y la fotografía) y de alguna forma quería llevarme eso a la pintura. El magenta, cian y amarillo son los colores que se utilizan en las mezclas sustractivas de las impresiones digitales. El blanco y negro, y la gama de grises, reflejan el pensamiento binario occidental, es tan solo una forma de contemplar posibilidades en la toma de decisiones con respecto a los temas que trato.
¿Cuál es tu medio favorito de creación?
No tengo uno en concreto, depende del proyecto. Aunque actualmente la pintura en spray y lienzo es lo más habitual. Últimamente me he lanzado a la escultura en madera, desde el proyecto que hice para la exposición 3×4 Botí Abierto comisariado por Rafael Jiménez para la Fundación Rafael Botí de Córdoba. Pinto con spray porque los acabados se parecen mucho a la impresión digital y me gusta hacer dudar de si es pintura o impresión.
¿Es difícil ser un artista que no vive en una gran ciudad?
Depende, es cierto que te pierdes cosas, no estás en el centro de la acción, donde están las galerías, los eventos. Pero hace poco estuve unos días en Madrid y mis amigos de allí me reafirmaron en la decisión de no mudarme a la capital.
El sueño de vivir en la gran ciudad cada vez se enturbia más con el encarecimiento general del nivel de vida. Mientras que vivir en un pueblo te permite llevar una vida medio digna y tranquila en comparación. La pandemia ha puesto aún más en evidencia esta situación.
¿Por qué elegiste Priego como tu lugar de residencia y de trabajo?
Mi infancia y mi adolescencia aquí fueron estupendas, tuve buenos amigos, vivimos mucho la calle. Cuando vivía fuera siempre pensaba en Priego. También es verdad que cuando estoy aquí pienso en irme fuera, pero ahora con más perspectiva. Vivir aquí es cómodo: el alquiler de mi estudio es asequible, la vida en general es barata. La consecuencia es que tienes que coger el coche para cualquier cosa, para ir a exposiciones, conciertos, etc. Pero si lo piensas en una ciudad también tienes que meterte en el tráfico para todo.
A mí me gusta vivir en un entorno rural. También me gusta irme a Madrid y pasar tiempo allí, pero manteniendo Priego como mi base, mi punto de referencia, donde puedo estar cerca de la naturaleza y rodeado de mis seres queridos.
Además de artista, también eres comisario de Nemo Art Festival, un festival de arte contemporáneo que se realiza en Priego de Córdoba desde 2010. ¿Cómo empezó este proyecto?
El proyecto empezó mucho antes del festival, al principio era un pub que montó mi amigo José María Mateos y al que llamó Nemo. Álvaro Pulido y yo trabajábamos con él poniendo copas y pinchando música. Queríamos que fuera un pub diferente a los que había en Priego, así que poníamos otro tipo de música, proyecciones de videoarte o películas manga. José, Álvaro y yo éramos amigos desde la adolescencia, cuando empezamos a pintar juntos en la calle.
El bar sólo duró un par de años, pero en 2010 los tres hablamos que queríamos montar algo para poder exponer nosotros mismos. Ellos también tenían inquietudes creativas, Álvaro con la fotografía y José con el diseño. Y fue así cómo surgió la primera edición de Nemo Art Festival. Ese año sólo participó gente de Priego, fue una exposición formada por nuestros amigos.
Conforme avanzaron los años, el festival fue creciendo, fuimos consiguiendo más participación del Ayuntamiento de Priego, y en las últimas ediciones también hemos recibido financiación de la Diputación de Córdoba a través de la Fundación Rafael Botí. Con el tiempo unos van y otros vienen. Actualmente en la organización somos Julia Carrillo, Paco Ortiz, José Rodriguez y yo.
¿Qué podemos esperar de la actual edición “Cierre perimetral”?
Los seis artistas que exponen este año se dividen en dos salas: en el Centro del Paisaje Español Contemporáneo y en la Torre del Homenaje del castillo de Priego. Las exposiciones estarán abiertas todo el mes de enero. Los proyectos son muy variados: pintura, media art, arte conceptual, fotografía, escultura…
El título de esta edición hace referencia a los casi dos años que llevamos de pandemia por el covid 19. Pensando en las iniciativas que estaban teniendo lugar para apoyar a los negocios locales durante la pandemia, se me ocurrió que sería bonito hacer lo mismo con la VII edición: apoyar económicamente a los artistas emergentes de Priego durante un momento de crisis y centrar en ellos el festival este año, dándoles la oportunidad de exponer en su propio pueblo. Ya sabes, cuando te encierran en un lugar prestas mucha más atención a lo que sucede dentro de ese espacio.
Además de los artistas, todo el equipo del festival es también de Priego: diseñadores, community manager, desarrollador web, mediadora cultural, comisario…con esta edición hemos vuelto a los orígenes, cuando todos los participantes eran de aquí.
¿De qué estás más satisfecho en tu trayectoria hasta ahora y cuáles son tus próximos proyectos?
De mantener la ilusión por trabajar, por crear, por cuestionar, por observar. El arte es un posicionamiento en la vida y estoy contento de poder seguir adelante con este trabajo. También de haber tenido la posibilidad de conocer a gente encantadora con la que compartir el camino.
Pues justo el 31 de Enero empiezo una residencia artística de quince días en colaboración con la feria de Arte Madrileña Justmad y Ras de Terra en Extremadura. Otras tres artistas y yo fuimos seleccionados y estoy deseando estar por allí trabajando.
Pocos días después voy con la Galería Modus Operandi a Justmad, una de las ferias de arte contemporáneo más importantes, que se celebran en Madrid. Tiene lugar en el Palacio de Neptuno entre los días 24 y 27 de febrero. De momento es todo lo que puedo adelantar.
Muchas gracias.